Los
medios de comunicación ocupan un lugar central en la vida cotidiana de los
niños y niñas y en sus modos de entretenimiento, pero además como referentes de
socialización y como productores de visiones de mundo. Vivimos un momento histórico en el que los contenidos audiovisuales
tienen una gran importancia no sólo a la hora de hacer de nosotros lo que somos
y lo que seremos sino también a la hora de definir la forma en que nos
entendemos y entendemos a los demás y al mundo que nos rodea.
La irrupción de los
medios de comunicación y, particularmente, el impacto de la televisión en la
transformación del uso del tiempo libre de las familias y especialmente de los
niños, a partir de la segunda mitad del siglo XX, tuvo una relevancia
particular en los modos de constitución de identidad de las infancias
contemporáneas.
El
significado cultural de la televisión para los niños y las formas en que los
medios se insertan en sus vidas cotidianas es una invitación a analizar las
maneras en que los chicos se relacionan con los contenidos audiovisuales en
múltiples pantallas –cómo los interpretan, los evalúan y los integran a sus
vidas– d para los niños y los jóvenes..
entidades infantiles
y entendemos a los demder, que abran a ser niño
o niña.emas,eses, opinione, como se ponen en
circulación sentidos que impactan en las identidades infantiles y como pueden
gestarse nuevas perspectivas y miradas que estimulen la producción de
contenidos audiovisuales de calidad para ellos.
Sabemos también que los chicos y las chicas
aprenden, conocen el mundo, descubren, se relacionan con el conocimiento, con
la información, con el entretenimiento y con el mundo adulto no sólo a partir
de lo que las familias aportan, no sólo a partir de los conocimientos que los
libros, la escuela y la cultura escrita generan, sino también (y de una manera
central) a partir de lo que los medios producen.
Todos
los chicos y chicas de nuestro país tienen derecho a acceder a contenidos de alta calidad que los
entretengan, los estimulen, los diviertan, los ayuden a aprender, abran
ventanas a la cultura de todos los sectores de nuestro país y también a nuevos
mundos, y que representen un aporte para la
construcción de su identidad, la construcción de ciudadanía desde la infancia y
la creación de una sociedad más justa.
Ello constituye un enorme desafío: imaginar y crear
propuestas, estéticas, formatos y contenidos que reflejen otra concepción del
niño respecto a sus posibilidades y necesidades; que apunten a enriquecer su
mundo; que partan de un respeto profundo por la infancia; que los representen y
contemplen sus perspectivas, sus voces, sus opiniones, sus capacidades, sus
intereses y sus puntos de vistas; que promuevan su integridad y el respeto a la
identidad; y que fomenten la creatividad y despierten la curiosidad por
investigar, experimentar y saber.
Tal como la tecnología de
la imprenta posibilitó en su época masificar la lecto-escritura, hoy las
tecnologías digital-audiovisuales pueden ayudarnos –a través de políticas
públicas visionarias– a generar en la infancia una cultura humanista y
ciudadana, de colaboración y respeto, de emprendimiento, equidad, y
solidaridad.
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Una de las prioridades de nuestras sociedades para
profundizar la participación y la vida democrática es fortalecer el derecho a
la comunicación desde la infancia, que incluye al mismo tiempo el derecho a la
información y a la libertad de expresión. La comunicación es una puerta de
acceso para el ejercicio de otros derechos humanos. Esto supone y exige adquirir
poder a través del conocimiento y de la acción que inspira ese conocimiento.
Lo propio de la ciudadanía hoy es hallarse asociada
al “reconocimiento recíproco”, esto es, al derecho de informar y ser informado,
de hablar y ser escuchado, imprescindible para poder pensar en las decisiones
que conciernen a lo colectivo. La desposesión del derecho a ser visto y oído,
que equivale al de existir/contar socialmente, tanto en el terreno de lo individual
como de lo colectivo, es una forma de exclusión.
Para
garantizar el ejercicio del derecho a la comunicación de los chicos es
imprescindible conocer y reconocer a las infancias; pensar a los chicos como
seres sociales determinados históricamente, pensarlos mientras se relacionan
con su entorno e influyen en él, en el seno de la familia, de la comunidad, de
la sociedad; conocerlos en sus casas, sus escuelas, sus calles, sus
barrios, sus grupos sociales, así como
conocer sus intereses, sus inquietudes, sus dinámicas, sus emociones y sus
alegrías. Y del mismo modo, hacer lugar a sus preocupaciones, a sus conflictos,
sus luchas, sus demandas, sus angustias.
En este
sentido, luchar para recuperar la participación en la cultura, como derecho
para todos los grupos sociales y en particular para los chicos, implica
pensarlos como sujetos sociales, como seres históricos que producen cultura,
dialogan desde ese lugar con otros actores sociales y de ese modo se inscriben
en la sociedad como todos los ciudadanos. Consideramos que ser niño o niña no es ser “menos adulto”, la niñez no es
una etapa de preparación para la vida adulta: la infancia y la adolescencia son
formas de ser persona y tienen igual valor que cualquier otra etapa de la vida.
Es así,
desde sus capacidades de acción y desde sus potencialidades, como creemos que los
chicos deben ser reconocidos por los medios de comunicación. La infancia es una
forma específica de experiencia en la vida; una forma específica con una
fuerza, una intensidad y una manera particular de estar en el mundo. Y en tanto
actor social y político, es un colectivo social con derechos que interpela al
Estado y a la sociedad.
Ejercer
el derecho a la comunicación permite que niñas, niños y jóvenes puedan, entre
otras cosas: producir sus propios mensajes; formar y expresar sus opiniones
frente a cualquier tema, incluidos aquellos complejos para ser abordados en el
espacio público; participar en decisiones y acciones que generen
transformaciones y mejoren la vida comunitaria; desarrollar pensamientos
críticos respecto del consumo de los medios de comunicación; promover la
expresión de las voces y los intereses de diversos actores de la comunidad,
crear y experimentar a través de los lenguajes de los medios de comunicación.
La representación de la infancia como un colectivo
social con derechos que interpela al estado y a la sociedad requiere generar
espacios reales para la participación y el ejercicio de ciudadanía en la
pantalla. Hacer efectivo el derecho a participar de la cultura y el derecho a
la comunicación exige que el Estado desarrolle políticas de equidad entre
actores con distintas herramientas y posibilidades reales de comunicar para que
todos encuentren espacios para ser habilitados, escuchado, visibilizados.
La
experiencia del canal Pakapaka da cuenta de esto, al plantear un discurso que
visibiliza a la infancia de una manera particular, en donde conviven lo
universal y lo particular, acercándoles a los niños otros mundos con los cuales
no están en contacto. La potencia de una televisión que además de imágenes,
contenidos, formatos y programas, produce un discurso sobre la infancia, un
nuevo relato –distinto al relato que se construye desde el mercado– abre
posibilidades hasta ahora inéditas, una relación diferente con los chicpas y
las chicas y un modo nuevo de interpelarlos.
En la
medida en que los niños son portadores de saberes, de concepciones, de modos de
ver el mundo, tienen inquietudes, deseos, preguntas y cuestionamientos a la
sociedad en la que viven. Cada niña y cada niño es así portador de una historia
valiosa y singular que enriquece la vida en común de toda la sociedad.
Esto supone
entender a los niños como protagonistas, como sujetos que pueden construir y
resignificar aquello que reciben a partir de su propio contexto, que demandan
un espacio en el que puedan expresarse como sujetos activos en la construcción
de la realidad en que viven y como productores de cultura respetando su interés
por aprender, por conocer otros mundos distintos y distantes de lo que su
cotidianeidad les ofrece.
El protagonismo de los chicos, así, implica
incorporar sus perspectivas, sus voces, sus maneras de ser, de expresarse y de
vincularse con el presente, con lo que ha tenido lugar y con el futuro que
imaginan o vislumbran, así como con los sueños que habitan en sus imaginarios.
Sus preocupaciones, sus intereses, sus emociones, las preguntas que se hacen,
los modos que tienen para procesar la realidad, sus voces y sus actividades son
herramientas centrales en la definición de una televisión de calidad que los
interpele.
Es en este contexto que se vuelven imprescindibles
los espacios de formación y capacitación para los profesionales vinculados en
el presente y en el futuro con la creación de contenidos audiovisuales para la
infancia desde diferentes áreas. La producción de contenidos audiovisuales para
chicos demanda una responsabilidad y un compromiso por parte de quienes están
vinculados e interesados en esta tarea.
Estos espacios requieren investigación, intercambio
de ideas, saberes y conocimientos con especialistas en diversas disciplinas;
suponen el debate sobre diferentes concepciones, el análisis de producciones
locales y extranjeras, la incorporación de nociones técnicas y conceptuales
sobre la producción de contenidos para la infancia y el estímulo al desarrollo
de nuevas miradas y perspectivas que se tranformen en proyectos para las
múltiples pantallas con las cuales los chicos interactúan.
OBJETIVOS
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Promover la
capacitación de los estudiantes respecto a la relevancia que posee los
contenidos audiovisuales en la vida de los niños, niñas y adolescentes.
-
Estimular la
construcción de nuevos saberes y estrategias de intervención en el ámbito de la
infancia y los medios.
-
Introducir a
los estudiantes en el conocimiento de las herramientas necesarias para
desarrollar proyectos audiovisuales dirigidos al público infantil y juvenil en
múltiples pantallas.
-
Desarrollar en
los estudiantes una mirada crítica en relación a los programas dedicados a la
infancia, a través de la visualización y análisis de obras audiovisuales
nacionales y extranjeras.